Ing. Eloy M. Viera Moreno
La Habana, marzo de 2019
Cuando este 19 de marzo los cienfuegueros peregrinaron al Santuario de San José en el barrio de Paraíso, se estaban cumpliendo 70 años de que un Alcalde de Cienfuegos declarase por primera vez “Día de fiesta” el 19 de marzo para el barrio de Paraíso, testimonio del alcance popular que habían tomado los festejos para esa fecha.
Los comunicadores y las autoridades actuales, permeados por el analfabetismo religioso acumulado en los últimos sesenta años de nuestra historia patria, suelen considerar las fiestas paganas que acompañan al hecho religioso como una torsión de la celebración hacia lo profano. Lo cierto es que muchas celebraciones religiosas han sido acompañadas históricamente por fiestas populares. El ejemplo en Cuba quizás más difundido son los festejos del día de la Presentación de la Virgen, el 2 de febrero. Los pueblos como Camagüey, San Fernando de Camarones y otros con la Virgen de la Candelaria como su patrona, se convierten durante esos días en punto de encuentro por sus fiestas profanas tradicionales. La devoción religiosa forma parte de esa alegría, acotando los festejos, aportándole un carácter trascendente.
La fiesta de San José devenía un verdadero suceso local, donde se involucraban el Liceo de Paraíso y muchas personas del lugar, quienes preparaban dulces y otros comestibles para vender a los peregrinos primero, y a todos los participantes en las fiestas después. Era, prácticamente, un carnaval a la escala del barrio. La fecha, a su vez, era aprovechada por las autoridades para eventos colaterales, como la reinauguración el 17 de marzo 1924 del Callejón del Piojo, después de remozado, como parte de las actividades alrededor de la fiesta patronal.
Con el paso de los años la celebración de la Eucaristía fue adquiriendo mayor lustre, con la participación de coros de mucha calidad, dirigidos a su vez por músicos reconocidos. También los bailables que se efectuaban en el Liceo de Paraíso durante las fiestas de San José, que en los años veinte eran amenizados con piano y guitarra, fueron animados por orquestas cada vez de mayor de calidad. Parte del peregrinaje de los cienfuegueros a la ermita incluía la participación en los festejos populares y en los bailes del Liceo. Para ello, a medida que el transporte fue “democratizándose”, el alquiler de los ómnibus para participar en las fiestas del barrio de Paraíso dejó de ser una cuestión de élites.
Sin embargo, la peregrinación hacia el santuario se mantuvo a pie, con el principio de que “nadie accede al templo por encima de su propia estatura”. Los jinetes que asistían de zonas aledañas como Venta del Río y Carolina dejaban su cabalgadura en las cercanías y llegaban hasta el santuario caminando.
El Santuario, desde su ampliación y remodelación, ha sido sede de innumerables actividades diocesanas. En las tareas de administración y logísticas han participado siempre fieles de este barrio, ganándose con ello el agradecimiento de todas nuestras comunidades diocesanas por el buen trato y el servicio de excelencia.
A continuación algunas imágenes de los festejos de San José de los últimos años, con sus respectivas peregrinaciones y procesiones.
¡Ah!, antes de terminar, se me olvidaba. ¿Por qué el barrio se llama Paraíso? Probablemente hayan escuchado de nuestro abuelos que la población asentada en la intersección de los caminos de “Cantarrana” y el de Rodas, que unía a Cienfuegos con los poblados ubicados al Norte, se llamó originalmente Manacas. Inicialmente, en la división territorial establecida al finalizar la Guerra de los Diez Años (1879), Manacas fue considerado un barrio del Partido “Padre las Casas” (Palmira). Ya para 1887, y con ese nombre, se contaba entre los 13 barrios del Término Municipal de Cienfuegos. Sin embrago, al Crearse en 1907 la Oficina de Correos, se presentó el caso de que en la misma provincia Santa Clara habían dos poblados con igual nombre, el ubicado a pocos kilómetros al oeste de la capital provincial, célebre por su fábrica de cerveza “Manacas”, y el de Cienfuegos. Por ello se tomó la decisión de cambiar el nombre del poblado cienfueguero por Paraíso.