Preámbulo y objetivos.
En los últimos días jóvenes y valiosos periodistas “alternativos” han denunciado en las redes ser víctimas de acoso, amenazas y hasta detención por los esbirros de siempre. En las notas siguientes ofreceré algunas muestras muy difícilmente seleccionadas entre numerosos ejemplos, para intentar demostrar algunos presupuestos. El primero es que el humor en general, y el político en particular, está en el ADN de la nación cubana. De ese que es cubano no por “contingencias ambientales”, sino por “voluntad de quererlo ser”. De ese cubano que hace de nuestras características distintivas una “condición del alma, un complejo de sentimientos, ideas y actitudes”. De acuerdo con esa sabia sentencia de Fernando Ortiz, ser cubano no está asociado a partido político ni ideología alguna. Por tanto, el criollo ha ejercido el humor político a lo largo de la historia contemporánea en la dirección ideológica de su convicción.
Por otro lado, quienes a través de nuestra historia han creado las mejores páginas de ese humor (tanto gráfico como escrito), han tenido espacio en los medios para publicar sus creaciones, aún en los períodos más represivos de nuestro acontecer nacional. De ese humor político hicieron uso periodistas de las más disímiles ideologías, y especialmente los comunistas. Claro está, al hacerlo también han testimoniado mucho valor y una inteligencia capaz de expresar la esencia de los problemas o personalidades criticados. Sus textos o caricaturas como agijón punzante, han molestado a nuestras autoridades en su afán demagógico por mostrarse prístinos. En consecuencia, la persona y bienes de nuestros humoristas han sufrido el ataque de dictadores y mandatarios cubanos poco tolerantes.
El último aspecto que intento mostrar es la existencia siempre de personajes criollos de pocos escrúpulos, capaces de ejercer la coacción, amenaza o la violencia contra los periodistas. A ellos, hasta hoy, se les ha llamado esbirros.
Así, el mensaje a los jóvenes periodistas de hoy, bajo asedio y represión por cultivar el humor político fuera de las estructuras oficialistas, es que la recompensa está en el futuro, donde la historia se encarga de separar a dictadores retardatarios del cambio y a esbirros prestos a desarrollar su vocación, de quienes se atrevieron alguna vez a denunciarlos.
La historia.
En Cienfuegos, por ejemplo, el humor político comenzó desde los primeros años de su existencia. En 1833 un grupo de vecinos jóvenes hizo llegar desde Trinidad, de forma anónima, un paquete al fundador Luis De Clouet. Contenía una caricatura, donde se le acusaba de los peores vicios. En realidad era una denuncia del carácter despótico e irascible del fundador, quien había levantado la colonia con métodos de ordeno y mando. Tres años antes, durante los trabajos de construcción del Liceo de la villa, perdió la calma y dijo que le pondría con letras grandes y negras un cartel en la puerta con el texto "Cárcel para Monsieritos, Letreros y Vagos". Era la respuesta a la sorprendente vida cultural desarrollada por los vecinos, quienes deseaban disponer de una sociedad de instrucción y recreo. La represión no se hizo esperar: se levantó un expediente para hallar a los culpables, y De Clouet traspasó ese año el gobierno de la colonia a su hijo Alejandro, marchándose más tarde tranquilamente a España, para disfrutar el resto de su vida de lo acumulado después de una carrera militar de 50 años y casi 15 años de mandato en la Colonia Fernandina de Jagua fundada por él.
El periodista y dramaturgo santiaguero Jacobo Domínguez Santí, establecido en Cienfuegos, resultó ser el humorista más destacado de la prensa cienfueguera en su momento. En los preámbulos de la Guerra de los Diez Años, en enero de 1868, Domínguez fundó el semanario satírico “El Negro Bueno”, donde vertió con el mejor punzante humor criollo sus ideas liberales. Al tercer número fue clausurada la publicación, y su autor encarcelado. En aquella ocasión la respuesta de los esbirros coloniales fue brutal: en febrero de 1869, con el alzamiento de Las Villas, quemaron incluso la imprenta de Enrique Edo y lo encarcelaron. Edo y Santí militaban en ideologías diferentes, el uno reformista, y el otro liberal, lo que no importó para la violencia ciega de quienes tratan de encarcelar las ideas. Edo debió partir hacia España, mientras Santí lo hizo a La Habana.
Durante la etapa republicana, en el proceso de formación de la nacionalidad, el cultivo del humor político fue una de las fuentes de mayor alcance para amplias capas de la población. Valiéndose de la caricatura y del chiste corto, muchas denuncias cívicas y políticas del momento fueron esclarecidas a los cubanos. El ejemplo más conocido es el “Liborio” representativo del cubano de a pie, o del pueblo cubano, los primeros años caracterizado como apático y bonachón, aunque con el tiempo los artistas le fueron impregnando dignidad y combatividad. Muchas veces apareció resignado ante la falta de soberanía nacional por la intervención de los Estados Unidos. Esta denuncia ocurría a pesar de la campaña de crítica y descalificación por parte de los círculos de poder criollos, a quienes fomentaban la idea de la soberanía disminuida por la Enmienda Platt como, por ejemplo, al profesorado de los centros de enseñanza con mayoría de educadores españoles. Con el tiempo Liborio jugó un papel protagónico como líder de opinión.
El humor político en la caricatura, en tanto arte, se basó en la realidad, transformándola para ofrecer sus aristas más destacadas. Algunos líderes políticos, por su carisma personal, fueron más caricaturizados que otros. Un ejemplo es el líder del Partido Ortodoxo Eduardo Chibás.
Chibás, de carácter peleón, estaba constantemente envuelto en discusiones apasionadas por denuncias contra otros políticos. En muchos casos ese humor político en la prensa no implicaba necesariamente una posición opuesta al político, ni la descalificación de su reconocida honestidad de vida. Incluso, la misma caricatura podía adornar tanto un comentario completamente favorable a sus declaraciones, como otro ácidamente crítico.
Era frecuente encontrar en la prensa el humor político describiendo diferentes eventos, distintas causas de calamidades o simplemente caricaturizando personalidades. Sin embargo, cuando se trataba de medidas gubernamentales que coartaban la libertad de expresión, prácticamente en todos los medios el humor político saltaba punzante. Sin importar la dirección ideológica del medio agredido por el gobierno, prácticamente el resto se consideraba insultado.
Casi finalizando su período presidencial, Ramón Grau emitió un decreto ordenando arbitrariamente clausurar y decomisar la emisora de radio "Mil Diez", así como retirarle la licencia de emisión. Conocida como “Radio Popular Onda Colectiva”, dicha planta había sido comprada en 1943 por el Partido Unión Revolucionaria Comunista mediante cuestación popular. Los marxistas, como parte de este proceso de empoderamiento en los medios, compraron también otras emisoras locales como la radio CMHJ de Cienfuegos. El objetivo era “accionar la propaganda política y la no menos importante difusión al pueblo de la verdadera cultura”. Ejemplo de la reacción general de los medios ante la arbitraria clausura es la sección “Política villareña”, sostenida en la prensa local por uno de los más lúcidos analistas de temas políticos de la prensa cienfueguera: Nicolás Machado. Acompañada de una caricatura de la prensa nacional, en el texto Machado cita a Salvador García Agüero (uno de los líderes comunistas del momento) y se refirió al Presidente de la República en ejercicio de su cargo como que “pronuncia cantinfladas”. Un excelente testimonio para los esbirros de siempre que hoy se empeñan en reprimir a periodistas jóvenes y talentosos.
Pero donde el humor político alcanzó su máxima importancia en la Isla fue durante los períodos de tiranía vividos por los cubanos en la República. A pesar de las represalias de los esbirros de siempre, jóvenes valerosos se atrevieron a esclarecer aviesos propósitos de déspotas demagógicos y sangrientos. En 1928 el Presidente electo Gerardo Machado pone en marcha su campaña para prorrogar su mandato. A mediados de ese año el caricaturista Pérez Soto publicó una caricatura acompañada de texto en el periódico habanero “La política cómica”, donde se recoge valientemente el parecer popular (representado por “Liborio”) sobre la “prórroga” de poderes, y se caricaturiza a los políticos dirigentes como gente acomodada y corrupta. En el escrito reza “Todo el mundo quiere vivir a costa del pueblo que no puede estar más ripiado”.
Para entonces jóvenes patriotas esclarecidos tomaban partido en la lucha contra Machado, como el cienfueguero Pedro López Dorticós, quien ya había renunciado a su cargo de Director del diario local “El Comercio” por desacuerdos con el dueño del mismo, quien apoyaba la prórroga. A su vez, trabajaba por la organización de las células secretas del ABC para la lucha violenta contra el dictador. Más tarde, consecuente con su posición, en febrero de 1930 renunció a su cargo de concejal cuando terminó el mandato para el que había sido electo, a pesar de que la prórroga había sido “aprobada”.
Veamos algunos ejemplos de humor político publicados en la prensa escrita durante los años del gobierno de facto del General Fulgencio Batista.
Entre abril y mayo de 1952, el semanario habanero “La Última Hora”, caricaturizó algunos eventos ocurridos después del “madrugonazo”, así como la figura del propio General. Aunque el director de esta publicación no era comunista e incluso tenía una posición expresamente opuesta a algunos cánones del marxismo, en la misma publicaban intelectuales cubanos afines a esa ideología como Carlos Rafael Rodríguez, Nicolás Guillén, Antonio Núñez Jiménez y Juan Marinello, entre otros. Unos meses después del golpe del 10 de marzo los esbirros de siempre destruyeron el local y el equipamiento donde radicaba la redacción del medio de prensa (más puede encontrarlo aquí mismo http://www.cienfuegosdecuba.com/cubahoy/esbirros). Sin recursos, e imposibilitado de ejercer la profesión de su vida, el director de la publicación regresó a su natal Cienfuegos, donde poco después murió de tristeza.